¿Mamá me lees?

Para bien o para mal, te tocó una mamá fanática de los libros. No fue algo que cultivaron en mí desde chiquita, sino que fue un gusto adquirido gracias a mi profesora de lengua y literatura de la primaria. La actividad de leer me cambió la vida, me dio la posibilidad de viajar sin salir de mi casa, de vivir miles de aventuras sin levantar un dedo, de entender las emociones humanas mucho antes de estudiar psicología y de introducirme en pensamientos abstractos muuuuy locos; por todo eso desee que vos corrieras la misma suerte que yo, pero yendo de mi mano.

La manera de introducirte en este fantástico mundo, fue a tus 3 meses con un libro de tela, lleno de ruidos y colores. Hablaba justamente de eso: colores, números y formas, aunque el principal rol que tuvo en tu vida fue de experimentar llevándotelo a la boca, apretándolo todo, registrando sus texturas y sonidos y desarrollando tu motricidad fina al intentar pasar sus hojas. Ya a los 9 meses no le prestabas más atención y ahí me tomé un tiempo para pensar como seguir. 

Lo primero que se me ocurrió, cercano al año de edad, cuando vi que podías y querías hacer foco atencional en imágenes, fue recurrir a los libros con títeres incorporados. Eran libros de hojas de cartón muy gruesas y con 3 palabras por hoja pero a vos te encantaban, no solo porque contaban una pequeña historia que podías ver sino porque además mamá le ponía música y canto a cada palabra. Papá dice que era como una comedia musical que de vez en cuando además incluía bailecito. Y una vez que mamá vio que te gustaban y que le pedías que te los leyera una y otra vez, ya nadie nos paró.

Los libros que vinieron después fueron de transportes, colores, formas geométricas, todos con ruidos y muuuuchos colores. También nos animamos a los de animales: de la granja, la selva y el mar, con colores, ruidos y texturas. Digamos que desde el año todo lo que pudieras experimentar con el sentido del tacto te encantaba, así que decidimos incursionar por ese lado. Camino a los 2 años nos animamos con las partes del cuerpo y seguimos cantando a todo color. Otro tema que detecté es que los libros después de unos meses te aburren, porque ya te los acordás de memoria o porque perdieron la novedad, así que continuamos comprando nuevos y de diferentes temáticas.

A partir de los 2 años me di cuenta de que ya no necesitabas que te los cante porque prestabas atención solito, así que empecé a relatar las historias y tu papá me lo agradeció de corazón porque ya no tenía que escuchar mis alaridos. Más o menos por esa época se me dio por explicarte de EMOCIONES mediante libros, así que comencé a comprarte muchos cuentos de esa temática. Lo encontré muy pedagógico y explicativo para poder ponerle nombre a lo que ibas sintiendo y también a lo que yo sentía ante diferentes acontecimientos. Lo más importante fue hacerte notar mediante relatos, que no es posible estar todo el día feliz, sino que en diferentes momentos de la vida es normal pasar por variadas emociones. Crease o no al poder ponerle nombre a esas sensaciones disminuyeron mucho los berrinches y llantos sin “motivo aparente”, lo cual llevó a que conversáramos de nuestras emociones.

Después de los 2 años introdujimos cuentos de diferentes temáticas: de piratas, astronautas y clásicos como los 3 Chanchitos. Esto nos obligó a pasar de formato de hojas gruesas de “cartoné” a libros con hojas normales y más extensos .Todavía estás aprendiendo a cuidarlos, a no romperlos y a pasar las hojas con cuidado. En honor a la verdad debo decir que de tanto en tanto una hoja se rompe, se rasga y hay que pegarla con cinta adhesiva, un libro aparece todo pintado con fibra, etc., lo tomo como una inversión a largo plazo, cada mes trato de separar un poco de dinero para comprarte una historia nueva. 

En conclusión, sé que debido a que decido no exponerte todo el día a pantallas, los cuentos son una muy buena manera de desarrollar tu imaginación, memoria, motricidad fina y sobre todo de compartir un momento de calidad donde ambos jugamos y además aprendemos juntos. Amo leerle y que a cada rato me preguntes: ¿mamá me lees?.

P.D.: recapitulando, nuestra historia con los libros es la siguiente:

  • 0 a 9 meses: libros de tela con colores, números, letras y sobre todo texturas. 
  • 10 meses a 1 ½ años: libros con títeres incorporados para sentir su textura.
  • 1 ½ a 2 años: libros de objetos, transportes, formas geométricas, animales con ruidos y texturas.
  • A partir de 2 años: partes del cuerpo, emociones, cuentos. Debo decir que si soy muy exigente respecto a NO comprarle cuentos “clásicos” que transmitan estereotipos de género entendidos en términos de “macho salvador” y “princesa desvalida” y me encantaría que otras mamás hicieran lo mismo. 

¿Y vos compartís la lectura de libros con tu hija/o?

Seguir estudiando siendo mamá

Antes de tener a mi bebé, crease o no, ésta era una de las principales trabas que tenía en mi mente a la hora de tomar la decisión. Cómo sabía que era algo que iba a cambiar mi vida, no lo tomé a la ligera y lo pensé mucho antes de buscar el embarazo.

Siempre digo que mi hobbie es estudiar, me divierte, me abre la cabeza, me permite pensar en cosas nuevas, por lo tanto sabía que una vez encarada la maternidad, el bichito de seguir estudiando me iba a picar. Así fue, hasta 2 semanas antes de tener a mi bebé estaba cursando el segundo cuatrimestre de un posgrado, lo empecé embarazada, sabiendo que lo iba a tener que dejar, pero aún así lo hice. Luego de tener a mi bebé, me propuse la meta de re-encarar el posgrado a los 6 meses, obviamente no pude. Aún en aquel momento mi hijo tenía más días en los que dormía mal que bien, esto significa que dormía pocas horas de noche y entrecortado, por lo tanto mamá también dormía mal y de manera intermitente, así que no tenía la capacidad mental de retomar ningún estudio. 

Por esa época en la que comenzó a dormir siestas solía irme a media mañana con él al parque y mientras él dormía yo leía algún libro. Al principio me costaba concentrarme, había como quien dice : “perdido el ritmo”, pero muy de a poco lo fui recuperando y me quedaba siempre con ganas de más. 

Al año intenté retomarlo otra vez, pero el horario se me superponía con el trabajo (por un error de cálculo mío), así que prioricé el trabajo en lugar del estudio. Al 1 ½ recién pude reanudarlo, me ayudó que fuera en vivo pero online, así no “perdía” tiempo en trasladarme. Me costó muchiiiiiiiiiiiiiiiiisimo retomar el ritmo, no por la cursada que era un día solo, sino más que nada por la lectura, no encontraba tiempo para estudiar entre cuidar a mi hijo, trabajar, mantener la casa y vivir. Me costó bastante pero encontré la solución resignando horas de sueño, me despertaba todos los días de la semana a las 7 am y hasta que se despertaba mi hijo (entre 8:30 y 9 am) podía dedicarle tiempo a la lectura. 

No me fue fácil, nunca fui buena para estudiar a la mañana, mi mente está demasiado dormida, pero no habiendo otro momento mejor me preparaba termos de mate o jarras de café y lo hacía lo mejor posible. Tenía muuuucho sueño todo el tiempo, por esa época para tirar hasta la noche necesitaba hacer una siesta aunque sea de media hora por la tarde. Las veces que no podía hacer siesta por falta de tiempo (la mayoría de las veces), estaba con un humor horrible y con mucho cansancio mental. Aprobé así todo un año y aún me falta un cuatrimestre, pero ahora sé que con dedicación se puede lograr. 

Debo admitir además que fue fundamental contar con una red de apoyo para poder hacerlo. En primera instancia estaba ahí mi pareja, por lo que cuando el nene se despertaba muy temprano o cuando yo no llegaba con la lectura y estaba cerca de la fecha de rendir, él lo cuidaba. Por otro lado la niñera (que a esta altura más que niñera es un miembro invaluable de la familia), quien también en algunas oportunidades ha venido temprano para ayudarme a cuidarlo.

Querer es poder, obviamente en el medio algo se sacrifica, en mi caso fueron horas de sueño y en pocas oportunidades horas con mi hijo (siempre tuve en claro que la prioridad es Dr. Pipino). Todo esto me lleva a la conclusión de que el esfuerzo vale la pena y que cuando una quiere puede.

¿ A vos te pasó?, contanos tu experiencia.

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