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Antojos

Mmmmmmm que rico todo!. Mi embarazo tuvo algo de maravilloso y es que, más que nada pasado el tercer mes, cuando los vómitos me dejaron en paz, ME COMÍ TODO!!!!! y cuando digo todo es… todo. Chocolate, gaseosa, caramelos, tortas, chipá, pizza, galletitas. ¿Quién me iba a condenar?, si estaba embarazada, después de todo tenía que empezar a comer por dos ;).

El obstetra me dijo desde el día uno que intentara engordar solo un kilo por mes y que lo de “comer por 2” era mentira, en realidad el cuerpo debía consumir solo 20% más en promedio de ingesta calórica por la nueva vida que se estaba formando. Yo como buena alumna de escuela católica le decía a todo que sí pero después hacía lo que quería.

Nunca se me dio por un antojo de algo en particular o en un horario en particular, pero sí cuando se me ponía algo en la cabeza no paraba hasta conseguirlo. Una vez que ese antojo estaba “saldado”, me encaprichaba con otra cosa en la cual no podía parar de pensar hasta obtenerla. Debo admitir que la mayoría eran comida chatarra, si. En ese caso trataba de moderarme con las cantidades y porciones, sabiendo que un poco satisfaría mi monstruo interno sin sacrificar la salud de mi bebé ni mi peso. 

Otras veces se me antojaban cosas sanas, por ejemplo: una tarta de acelga, de la cual comí tantas porciones que la terminé vomitando toda en el baño y hasta el día de hoy por ese empacho, el solo olerla me da arcadas. Y en el peor de los casos, me dio adicción por las pasas de uva, algo que detesto! pero estando embarazada tuve mucho antojo de eso; lo cual fue un primer indicador de mi estado mucho antes de hacerme el test de embarazo. Como que mi cuerpo y mi mente sabían que había “algo raro en mi” con esta nueva adicción. 

No me arrepiento de nada, por lo menos el nene no salió con ninguna mancha corporal por algún antojo no resuelto (según el mito de las abuelas). Y es que esta excusa también me vino como anillo al dedo para decir que no lo hacía por mi, sino por el nene! jajaja.

¿Y vos tenes o tuviste antojos locos durante el embarazo?

Todo procesado

A mi hijo tardaron en salirle los dientitos, por esa razón, cuando empecé a darle sus primeras comidas, ya sea purecito con pollo o fideítos con carne, le procesaba todo, a tal punto que la carne o el pollo parecían queso rallado o alguna especia. 

Pasó el tiempo y yo seguía alimentándolo de esa forma y es el día de hoy, que ya siendo adolescente, se hizo algo mañoso con las carnes. Si hubiese tenido la posibilidad de ir al pasado, iría a ver a mi yo reciente de mamá y me diría que no procese la comida del bebé. No siempre es bueno facilitarle todo, aunque crea que le hago un bien dado que en realidad no estoy ayudándolo.

Así, un día entendí que la historia de mi hijo puede equipararse con la historia de la oruga, que antes de convertirse en mariposa, ella debe luchar para romper el capullo; si la ayudo o hago el trabajo por el, después no tendrá fuerza para desplegar sus alas y VOLAR!.

¿Y cuál fue tu experiencia con las primeras comidas?

Mi Primer comidita

Según me explicó la pediatra, como los bebito nos nacen con todo su cuerpo desarrollado, hasta los 6 meses de edad no están listos para incorporar sólidos. En base a ello, la primera comida llegó unos 4 días antes de que Dr. Pipino cumpliera sus 6 meses de vida. Para ese momento la tetita soltaba poco alimento y la leche de fórmula ya no llenaba, así que yo estaba muy contenta de poder incorporar alimentos a su dieta. A la hora de pensar por donde podíamos arrancar, la médica nos había dado varias sugerencias, alimentos y recetas para poder darle, siempre haciendo la aclaración de que NO LE HICIÉRAMOS PAPILLA. 

Yo me preguntaba cómo un bebé tan chiquito podría comer sólido, ya que en ese momento Dr. Pipino contaba tan solo con dos dientes inferiores. Luego recordé a mi papá en sus últimos años de vida, cada vez con menos dientes y cómo eso no le impedía entrarle al pan baguette. Solo entonces asumí que nada malo le iba a pasar a Dr. Pipino.

Quería que su primera experiencia con los alimentos fuera positiva por lo tanto fui por lo seguro: lo dulce. Los bebés nacen con predisposición a lo dulce (la leche de la tetita es dulzona), por lo tanto hacia allí me encaminé. Recordé mi breve paso trabajando en un jardín maternal donde el chef me había afirmado que las niñas y niños tenían “debilidad” por la banana sobre cualquier otra fruta. Por lo que el plato principal estaba decidido!.

Como para ésa época Dr. Pipino aún no se sentaba por sí solo, el procedimiento consistió en que el bebé se sentara en la mesa, agarrado por el padre, mientras yo le compartía la banana. Hasta el día de hoy recuerdo la carita de emoción y la apertura de sus ojitos al experimentar el sabor y la textura de la fruta. La comió entera y todos mis miedos se disiparon al instante. Y al día de hoy la banana sigue siendo una de sus frutas preferidas y un indispensable en casa.

De ahí en más nos embarcamos en la travesía de la comida… pero esa es otra historia para contar. 

P.D.: la banana tiene filamentos que el bebé no procesa y son eliminados en la caca. Me pasó de asustarme al ver esto, pero luego la pediatra me aclaró que es normal que pase. 

¿Y tu primera experiencia con sólidos cuál fué?

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