Los dientes

Primero y antes que nada quiero decir respecto a los dientes que me siento engañada!. He leído el orden, la cantidad y los meses en los que supuestamente los dientes salen y en nuestro caso la realidad no se correspondío con el ideal, dado que lo único que pareció prevalecer fue el tema del orden (hasta ahora), pero no el resto de las cosas.

Como ya he redactado en la nota del primer diente, el primero que apareció fue el del medio inferior a los 5 ½ meses, sin siquiera esperarlo. Maldito diente que nos dejó en vela a toda la familia durante una noche. El segundo diente, fue el otro dientecito de la parte inferior central que salió a los 15 días del primero. El hecho de que los dientes se “adelantaran” me tomó por sorpresa, el llanto desesperado de dolor, que todavía para ese entonces no sabía distinguir yo y Dr. Pipino tampoco terminaba de definirlo, hizo que me volviera loca. Inclusive al consultarlo con la pediatra me había adelantado que “era muy temprano” para que le salieran dientes, por lo tanto decidí descartar ese posible dolor de inmediato (error de madre primeriza).

Ahora bien pasado el capítulo inicial de los 2 primeros dientes, el segundo par, que se supone que eran las 2 paletas de arriba, los estábamos esperando más o menos para los 9 1⁄2 meses, dado que según dicen aparecen más o menos 4 meses después que el primer par. Pero estos aparecieron a los 11, justo cuando ya estaba empezándome a preocupar de que no le salieran nunca más!!! (exageración también de madre primeriza). Lo loco, y acá viene la mejor parte, es que los que están al costado de la paleta se suponía que iban a tardar un tiempo en aparecer pero llegaron tan solo 15 días después de estos. O sea, que antes del año, Dr. Pipino ya tenía 6 dientes.

Los próximos en llegar fueron los de abajo, al costado de los centrales que salieron a los 13 meses y yo para esta altura ya había parado de contar, hacer cálculos matemáticos y ver el estado de la luna, para saber cuando le iban a salir los próximo dientes.

En conclusión, si ahora supiera lo que se, me aconsejaría a mi misma de:

  • no confiar en nadie más que en mi instinto para imaginar cuando pueden salir los dientes; – que las tablas sirven como estimación, pero lo más probable aplicando la ley de Murphy, es que a mi hijo le salieran cuando la naturaleza quisiera y en el orden que les plazca;
  • que los primeros dientes son los que más duelen porque tienen que abrirse camino entre la carne y el bebé es muy chiquito como para asimilarlo y yo como mamá, muy primeriza como para darme cuenta;
  • que hay que tener paciencia y acompañar sabiendo que es un dolor pasajero;
  • que duele hasta que corta la encía y luego todo vuelve a la normalidad;
  • y sobre todo, que al dolor se lo apacigua con besos, abrazo, caricias y tetita, MUCHA TETITA!

¿A vos te pasó algo similar?; ¿Cuál fue tu experiencia?

La difícil tarea de buscar niñera o no hay mujer como mamá

Como ya habrán leído en el post de “Necesito ayuda, necesito una niñera!”, tardé tan solo 10 días en darme cuenta que sola no iba a poder llevar a cabo la tarea de maternar mientras mi novio estuviera trabajando. Es por ello que la primera niñera de mi hijo fue mi sobrina de 20 años. Amé que me ayudara más que nada porque yo no podía con mi vida después del parto. Sin embargo, si bien era muy buena cuidadora, a veces me ponía hincha respecto a lo que tenía que hacer o dejar de hacer en relación al bebé y nunca terminaba de estar conforme con su desempeño, no por problema de ella sino por mi locura, porque después de todo, ella no era yo!. 

Transcurrido 9 meses mi sobrina decidió no seguir de niñera (pandemia de por medio), lo cual me dejó nuevamente a la deriva con mi bebé. Posteriormente conseguimos una señora que lo cuidó durante 6 meses, si bien al principio era super funcional su ayuda, a medida que el bebé se volvía más inquieto porque caminaba y demandaba más, notamos que la nueva niñera “no le podía seguir el tren” y eso, ayudado por una mudanza que hacía que el lugar de trabajo le quedara más lejos, provocó que la señora dejara de cuidar a Dr. Pipino. No pasó nada, de todos modos, no era yo!.

A continuación hubo un desfiladero de niñeras, entre otra señora que era de confianza de una amiga y la novia de un amigo de mi novio. Ninguna lo podía cuidar de manera permanente porque tenían otras ocupaciones, pero no me preocupó porque de todos modos: no eran yo!. Fue recién ahí que tuvimos que salir a buscar alguien que lo cuidara de manera sistemática pero ya habíamos agotado nuestra batería de conocidos y referidos. El jardín maternal seguía sin ser una opción, por un lado porque seguía vigente la pandemia pero además porque nos daba miedo mandar a nuestro hijo tan indefenso a un lugar donde si le pasaba cualquier cosa no nos lo podía llegar a manifestar. Por lo tanto no nos quedó otra opción más que salir a buscar en una aplicación de celular alguna niñera completamente desconocida que ofreciera sus servicios. Después de contactar con varias, que por cuestiones de horario no podían, dimos con una chica que comenzó un lunes lluvioso. 

Recuerdo que al principio utilice el mismo procedimientos que con todas las anteriores, me quedé jugando un rato con el nene y la niñera para cerciorarme de que generaran algún tipo de acercamiento sin que Dr. Pipino pensara que lo estaba abandonando y también para conversar y conocer un poco a la persona que iba a cuidar lo más significativo de mi vida pero que aún así resultaba una total y completa desconocida. Luego de una hora subí a trabajar pero a cada rato miraba las cámaras que había instalado previamente en mi hogar y que apuntaban a puntos estratégicos donde estaba el nene y también bajaba cada hora a verlos. El primer día se quedó 3 horas y vi que jugaban bien y se entendían. Como el nene aún no había desarrollado lenguaje me preocupaba enormemente (como con las anteriores) que le pasara algo y no me lo pudiera comunicar, por eso estaba tan atenta y encima. Desde un primer momento dejé establecidos los límites, a ella le correspondía: jugar, cambiar pañales, alimentar y hacer dormir y cualquier actividad que estuviera por fuera de eso me correspondería a mi. 

Con el correr del tiempo fuimos ganando confianza, nos conocimos más y vi como el nene interactuaba con la niñera y comenzaba a generar un vínculo de cariño y respeto, por lo que me fui quedando tranquila y espaciando más las visitas físicas; primero para darles lugar a ellos y luego porque varias veces que Dr. Pipino me veía pasar quería venir a jugar conmigo y lloraba, cosa que me partía el alma. Hoy a más de 10 meses de que la última niñera está trabajando en casa puedo decir que confío en ella inmensamente, le agradezco absolutamente todo el trabajo que hace con el nene, a quien no solo entretiene jugando sino que además educa y enseña muchas cosas. Hoy puedo decir que es mi niñera IDEAL!.

En conclusión la persona perfecta para un rol a veces tarda en aparecer pero cuando lo hace es mágico, después de todo no es yo, pero es casi mejor que yo ;).

¿Y vos tuviste o tenes experiencia con niñera/s?; contame cual…

Mi hijo y mi perra o mi perra y mi hijo

En honor a la verdad, debo decir que mi can llegó casi 5 años antes que mi hijo a este mundo. También debo confesar que antes de ser mía, fue de mi novio con su ex pareja, por lo tanto cuando yo la conocí ya era una perra adulta y criada. Si bien actualmente es la única mascota que tenemos, ella siempre fue, es y será la perra alfa de la manada que responde a su único dueño: mi novio y bajo ese contexto tuvimos que aprender a convivir. 

Fue difícil los primeros tiempos porque estaba acostumbrada a otro hogar y otra mujer de papá, en una casa en la cual las reglas eran más laxas y permisivas que lo que fueron conmigo y ese fue el primer punto de choque. El día que yo ingresé a la cama de mi novio, ella salió para siempre y esa regla no le gustó jamás; es más hasta el día de la fecha la resiste activamente y de vez en cuando se escabulle arriba de la cama o a los costados en el piso para no sentirse tan desplazada. 

Desde este punto de vista de posesión y falta de límite, debo admitir que tenía miedo por el bebé, no creía que lo fuera a morder, porque nunca fue de ese estilo (ni siquiera conmigo que soy la que le pone los puntos fuertes), pero sí temía que le hiciera desaire o lo ninguneara. Los días que estuvimos en el Sanatorio una amiga se quedó a cuidarla y nos comentó que arrancó con “dolor de cintura” cada vez que subía o bajaba de algún sitio o la acariciaba en el lomo, hecho que luego el veterinario corroboró que era solamente “psicológico” (casi más me muero al enterarme).

Cuando llegamos a casa con el bebé fue todo muy natural, se volvió loca llorando por la emoción de habernos visto, olió al bebé y siguió haciéndonos fiesta. En conclusión, lo ignoró casi olímpicamente. Con el correr del tiempo tuvieron intervalos donde uno seguía al otro, por ejemplo a los 4 meses de Dr. Pipino cuando se dio cuenta que la perra existía la quería acariciar y no se dejaba; luego a los 10 meses ella lo buscaba pero él estaba entretenido aprendiendo a caminar, etc.; etc. 

A medida que el nene fue ganando autonomía, le enseñe las reglas básicas de convivencia para con la perrita, por ejemplo: le tuve que marcar la diferencia entre una caricia y hacer daño, lo instruí acerca de no molestarla cuando comiera y cualquier otra situación que pudiera llegar a causar conflicto entre ambos. Solo después de los 2 años de edad de vez en cuando juegan, se corretean un poco, él la acaricia o se le sube encima y ella lo deja, a veces ella duerme a los pies de la cama de él pero nada más. Se toleran, se tratan bien, aprendieron a convivir pero no son grandes amigos. Los únicos momentos en que ella se vuelve verdaderamente protectora y está encima de él son cuando está en algún lugar abierto, ahí lo sigue y lo acarrea cual oveja a su rebaño, o cuando está cerca de desconocidos que “olfatea” que pueden llegar a ser peligrosos. Y eso me encanta, se lo celebro y agradezco porque 4 ojos ven más que 2 y el olfato perruno no falla. ¡Es como una guardaespaldas de lujo!.

Recuerdo que una vez leí hace muchos años en algún lado que cuando una tiene un bebé no es conveniente hasta que el niño o niña tenga aproximadamente 4 años introducir un cachorro de ninguna especie en la familia porque es como criar 2 bebés juntos. Me parece que en ese sentido fue fundamental a la hora de tener a mi hijo, que la perra ya no fuera cachorra, sino que fuera adulta para no tener que estar al pendiente de ambos. 

¿Y vos, tenés mascotas?, ¿cómo se lleva con tus hij@s?

4 AM, ¡la hora que nunca ve el sol!

Muchas veces me pregunto a mi misma de donde surgió la iniciativa de Soyunatetita y recuerdo las horas inacabables sin dormir. Lo primero que se me viene a la mente es la hora ¡4 AM! porque durante muchos meses, diría 6 ininterrumpidamente e intermitentemente casi 5 más, siempre estaba despierta a esa hora. Fría, solitaria, oscura, las 4 AM era esa hora en que mi bebé se despertaba y me veía en la obligación de darle la teta, cargarlo y mecerlo hasta que se durmiera. Eso me llevó al borde de la locura. Como una persona que siempre amó dormir, el despertarme a mitad de la madrugada me resultaba una pesadilla. 

En líneas generales no era la única vez por noche que mi hijo se despertaba, pero si era la de más duración. Hasta las 2 AM podía considerar como que nos íbamos a dormir tarde y alrededor de las 6 AM podía pensar que nos levantabamos temprano, pero las 4 AM era esa madrugada descarnada en la que la mayoría de los mortales estaban descansando y yo tenía (nótese que digo “tenía” y no “quería”), que estar despierta.

El recorrido era siempre el mismo: llevaba el nene al living comedor y paseaba a lo largo del lugar, caminando con el bebé a upa. De un lado topaba con la persiana baja de mi comedor que daba a una avenida y “chusmeaba”, cual doña Rosa, lo que pasaba en la calle para no aburrirme, claro está que a las 4 AM, no pasaba nada!. Luego caminaba hacia el otro lado viendo mi propio resplandor a través de la poca luz que entraba entre los agujeros de la ventana. Estaba con la luz apagada porque en ese momento el nene aún no tenía el ritmo circadiano marcado y la luz le hacía creer que era de día y le costaba más dormir. Finalmente, del otro lado topaba con la puerta de las habitaciones y así iba y volvía una y otra vez. 

De este modo, me podría pasar en promedio entre 1 ½ hrs. y 3 hs. deambulando. Llegaba un momento, como los presos, en que perdía la noción de todo, del tiempo, de lo que pasaba, de mis sensaciones corporales y en última instancia, de mi misma. Muchas veces se me doblaban las rodillas o me fallaban las piernas del cansancio, al punto de tener miedo de caer al piso. Otras veces caminaba con los ojos cerrados de un lado al otro casi durmiendo parada y con el miedo de tropezar y lastimarnos. Y siempre siempre, sin lugar a dudas sentía mucha frustración, enojo y aburrimiento de tener que hacer todas las malditas madrugadas la misma rutina.

En varias ocasiones me pregunté durante esas madrugadas infinitas para que había tenido un hijo, que karma estaba pagando para tener que sufrir la privación de sueño y algunas pocas veces (de las cuales no me enorgullezco) le hacía estas mismas preguntas al bebé en voz alta y al borde del ataque de nervios. Claramente el bebé lloraba o se movía más y terminaba cada vez peor la situación. Fue en alguna de esas madrugadas, ya no recuerdo ni que día ni que mes, en que a las 4 AM se me ocurrió hacer una página web para contar todo el lado B de la maternidad y eso lo CAMBIÓ TODO. Seguía despertandome a las 4 AM para dar el pecho a mi bebé y caminar hasta hacerlo dormir pero ya no estaba asociado a esos sentimientos feos y dolorosos de maternar, sino que lo tomaba como una oportunidad de catarsis y puesta en común de mis experiencias. 

Recuerdo la sensación de estar caminando, pensar en el nombre de la página, ponerle título a las historias, comenzar a relatarlas en mi mente e incluso reírme de lo que pensaba escribir. Así todo se hizo un poco más llevadero, dejé de aburrirme y pasé a crear. Todo lo que pensaba de noche lo ponía en un boceto de día y poco a poco tras varios meses muchisimo trabajo, el esfuerzo se consolidó finalmente en la página web Soyunatetita.com.ar 

A modo de resumen puedo decir que, las 4 AM y mi hijo, lejos de condenarme me dieron la fuerza, iniciativa y motivación para convertirme en una mejor mujer y mamá.

¿Y vos qué método encontraste para no volverte loca los primeros meses de tu maternidad?

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